lunes, 18 de mayo de 2009

El Reino - Jorge Bravo

14 de abril de 2091:
El mundo se está destruyendo por su propia ambición, el intento de Rusia de unificar el mundo bajo un solo dominio (llamado El Reino) ha causado la muerte de millones de personas y la extinción de miles de especies debido a las constantes bombas nucleares. Es el año 2091, ya van 34 años de esta guerra y 52 del hecho más misterioso de la historia, la aparición de los ílogos. Se dice que veinte de ellos fueron encontrados inconscientes en el 2039 en una pequeña base nunca antes descubierta durante el cuarto viaje de los rusos a la Luna, pero la verdad es ocultada por El Reino ante los civiles como yo. Lo más impresionante de este hecho es que los ílogos tienen apariencia y ADN humanos, pero se desconoce su origen. Los rumores cuentan que ellos son guardados en una base militar de El Reino en Mordovia, pero que uno pudo escapar y que se hace pasar como un humano común y corriente en nuestra sociedad.

Mi nombre es Allard van Nistelrooij, al igual que miles de personas, tengo deformaciones físicas debido a los efectos de las bombas nucleares lanzadas por El Reino; mi madre tenía ocho meses de embarazado cuando fue testigo de la explosión de una de estas bombas en mi país natal, Holanda, por eso ella falleció al día siguiente de darme a luz y mi padre me abandonó al ver tanta desgracia junta. Nunca conocí a ninguno de los dos. Yo, al igual que 7 millones de personas más, somos parte de la Alianza, un grupo de civiles dominados por El Reino que buscamos justicia a través de una guerra civil. Estados Unidos, Japón y China son los únicos países que faltan ser conquistados, por eso nos apoyan con armas de contrabando para evitar su dominación y contribuir con el fin de esta guerra. Nuestra organización ha sido clasificada por El Reino como terrorista, por eso han otorgado el derecho al pueblo de matar a cualquier civil si existe la sospecha de que conforma parte de la Alianza, el miedo y tensión en la sociedad es impresionante. Las opiniones ya no existen porque podrían levantar sospechas que conlleven a una muerte segura.


26 de enero de 2093:
Faltan dos semanas para el ataque al centro del Reino: El Parlamento, Moscú; en donde comenzó y terminará esta guerra. Hace tres horas recibimos un mensaje de los Estados Unidos informándonos que nos apoyarán en la toma del Parlamento con soldados que llegarán súbitamente en aerocópteros. En estos momentos, nosotros, la Alianza, estamos atravesando por el desierto que quedó de la Kazajistán debido a una de las bombas lanzadas por El Reino. El hambre ya se siente, pero el deseo de libertad y venganza es mayor.


8 de febrero de 2093:
Falta un día para la batalla final. Todos los miembros de la Alianza nos hemos vestidos como civiles y nos hemos esparcido por las distintas ciudades de Rusia que rodean el Parlamento. Diecisiete compañeros y yo nos hemos hospedado en un hotel de mala muerte en . Dos han sido asesinados por otros huéspedes debido a que al no hablar ruso estos sospecharon de mis amigos. Los quinces restantes tenemos miedo, no dormiré hoy.


9 de febrero de 2093:
Llegó el momento. Atacaremos en hordas de 100 soldados cada 15 minutos, yo soy parte de la primera. Estamos a metros del punto de reunión, no nos notan debido a la multitud. Mi corazón late más rápido que la velocidad con la que mi ametralladora disparará en sólo momentos. Ya llegamos, ya estamos los 100, tan sólo faltan 3 segundos para comenzar el ataque…3,2,1. Corrimos hacia la puerta del Parlamento, allí nos encontramos con otros cien soldados americanos. Dinamitamos la puerta de 50 metros de alto para entrar y recibir una cordial bienvenida a balazos de los soldados de El Reino, era obvio que nos esperaban pues era imposible que ninguno de los 7 millones sea un agente encubierto. Luego de un par de minutos, me di cuenta que era el único sobreviviente de los 200 y que faltaban 13 minutos para que llegara la segunda horda. Me paré para disparar y me di cuenta que me dieron en el pecho. Caí al suelo, pero no sentía dolor, mis heridas se habían regenerado. Sorprendido, eliminé a todos en la habitación y recordando los planos sobre el recinto, corrí hacia el laboratorio, allí encontré a un doctor. Le pregunté la razón de mi invencibilidad amenazándolo con mi arma, él, asustado, se exaltó y me dijo: “No puede ser, ¡eres tú! Eres el hijo de la íloga que se escapó, ¡heredaste sus poderes!”. Todo tenía sentido, las fechas coincidían y reafirmaban en hecho de porque no conocí a mis padres. Con sentimientos encontrados, eliminé a todos los soldados enemigos del Parlamento, terminando la batalla final. Todo indica que la paz volverá…

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